El nacimiento de la aviación, tanto militar como civil privada, deportiva y comercial, marcó el término del reinado de los mares, el cual perduró por más de quinientos años y contribuyó expansivamente al desarrollo de los países europeos, destacando entre ellos Inglaterra, España, Portugal, Holanda y Francia. Hoy, dentro del contexto de la globalización, el desarrollo de la aeronáutica y astronáutica ha provocado cambios radicales en el desenlace de los conflictos entre Estados, incluso, al interior de los mismos.
La aviación también trajo consigo cambios sustanciales en el pensamiento humano. Los estrategas (dioses de la Guerra), se dieron cuenta del valor en el uso del avión como arma, ingenio mecánico que iluminó, durante las dos guerras mundiales del siglo pasado, el curso de las grandes batallas desde una perspectiva distinta y sorprendente: la espacial. Nadie pensó que el efecto de este poder emergente pudiera definir el término de una guerra entre Estados.
Lo cierto es que el Poder Aéreo, aplicado con plenitud de capacidades humanas, materiales y, por sobre todo, tecnológicas, ha quebrantado voluntades políticas, logrando definir el conflicto a favor de quienes lo emplearon con mayor voluntad, capacidad y maestría.
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